Todo es don de Dios, pero es necesaria una activa cooperación con la gracia.

domingo, 31 de mayo de 2009

¡FELIZ PENTECOSTES!


“ ... El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia. ¿Qué sería de la Iglesia sin Él? Sería un gran movimiento histórico, una institución social compleja y sólida, quizá una especie de agencia humanitaria. Y la verdad es que así la retienen quienes la consideran fuera de la óptica de la fe. Sin embargo, en realidad en su verdadera naturaleza y también en su presencia histórica más auténtica, la Iglesia está continuamente plasmada por el Espíritu de su Señor. Es un cuerpo vivo, cuya vitalidad es precisamente el fruto invisible del Espíritu divino”.

Benedicto XVI. 31/05/2009 - Rezo del Regina Coeli

sábado, 16 de mayo de 2009

Tras el eclipse, la Luz. Vocación sacerdotal en un campo de concentración chino


Un artículo tomado de la página Vida Sacerdotal.org que me gusto mucho y tiene algo que ver con el post anterior ...

En los casi treinta años que Mateo Koo pasó en las prisiones chinas, sólo pudo recibir la Eucaristía una sola vez. Y sólo al final de su vida en prisión pudo terminar el recorrido que empezó en el seminario, cuando las autoridades comunistas le encarcelaron a causa de su fe. Hoy, a sus 76 años, habla con la ilusión de quien ha sabido conservar su tesoro más preciado.

En 1951, todos los misioneros extranjeros fueron expulsados de China, y luego empezó la revolución en el interior del país. En ese momento, la Iglesia católica era muy fuerte. Yo vivía en Shangai en aquella época, tenía 18 años y pertenecía al movimiento de la Legión de María, que era muy floreciente y arrastraba a muchos jóvenes. Pocos meses después, el Gobierno prohibió la Legión de María y la declaró ilegal, y nos pidió a sus miembros firmar un documento para renunciar a ella y reconocerla como una organización contraria a la revolución. A mí me vinieron a buscar de noche a casa y me llevaron a comisaría, pero yo permanecí en silencio porque no quería ir en contra de mi conciencia, nunca firmé nada. Me llevaron a una celda junto con otros veinte presos, y poco después me dejaron libre. Yo continué con mis estudios y, poco a poco, empecé a sentir la llamada de la vocación, así que ingresé en el seminario.

El 8 de septiembre de 1953, la fiesta de la Virgen, comenzó la persecución de la Iglesia en serio. No me podía ni imaginar cómo iba a caer sobre mí. Esa noche, estábamos todos los seminaristas durmiendo, y de repente entraron y nos llevaron a punta de pistola, a oscuras, hasta un camión de mercancías que esperaba fuera del seminario, y nos llevaron a otro lugar que no conocíamos. Hasta dos meses después no me llamaron para interrogarme.

Un inspector me esperaba para interrogarme: «Elige: ¿qué es lo primero: el comunismo, o Dios?», y quería sacarme cualquier dato sobre las personas que acudíamos a la Legión de María, pero yo no decía nada. Me enviaron a otra prisión para lavarme el cerebro: me sometían a una luz muy fuerte, me despertaban en mitad del sueño, con el altavoz diciéndonos todo el rato: Habéis sido engañados por el obispo, sois víctimas de la religión extranjera..., todo para hacerme hablar, pero no lo consiguieron. Por ello me condenaron a cinco años, sin juicio, sin abogado, sin nada.

Después me enviaron a la frontera cerca del Tibet, lo que llaman la siberia china, vestidos sólo con un pantalón y una camisa de algodón. Allí tenía que llevar una montaña de ladrillos a la espalda, y si caías te daban una paliza. Poco a poco, me fui debilitando, y llegué a pesar 42 kilogramos. Eran 4 las personas que morían cada día, y yo, en determinado momento, me tumbé en el suelo para morir, no podía ya ni moverme. No hice más que rezar, y el Señor escuchó mi oración, porque me destinaron a una granja, a trabajar en algo más ligero. Así, poco a poco, conseguí recuperarme.

En 1957, me enviaron a Shangai para revisar mi condena. Allí, lo primero que hice en cuanto me quitaron las esposas fue santiguarme. Me decían: «Sólo con que reconozcas tus crímenes, podrás salir libre». Pero yo no lo hice, y en los años siguientes me enviaron a otros campos, en los que estuve trabajando en muchas cosas: en un molino, dando vueltas a la noria como un burro, y también como barbero y profesor de inglés para los jefes del campo.

En una ocasión, logré escapar del campo y llegué a un pequeño pueblo, en el que me sorprendió mucho que cerca de 30 de las 60 familias del pueblo habían podido conservar su fe. Los comunistas habían destruido iglesias, seminarios..., pero allí me encontré con católicos de una fe muy fuerte, que habían llegado hasta a esconder las imágenes sagradas para poder preservarlas. Le pedí a la Virgen que me conservara en aquella pequeña villa. Allí, poco a poco empecé a sentir de nuevo la llamada de Dios, y me enviaron al obispo de la zona, que por entonces vivía en la clandestinidad, en un pequeño cuarto de una ciudad cercana. Él sólo tenía dos libros, uno sobre Moral y el Catecismo, que yo leía por las noches. Así estuve tres años, hasta que un día le dije al obispo: «Quiero ordenarme». Y, a los pocos días, lo arregló para poder recibir la ordenación en su pequeño cuarto. Como no teníamos alfombra, extendió sobre el suelo unos periódicos comunistas, sobre los que me tumbé mientras él rezaba las letanías. De vuelta a casa, montado sobre mi bicicleta, pensaba: Ya no pertenezco a este mundo.

En los casi 30 años que pasé en prisión, sólo pude recibir la Santa Comunión una sola vez, en una ocasión en que mi hermana vino a visitarme y la introdujo de tapadillo en la comida que traía. Después de 30 años de haber empezado el seminario, al final pude ordenarme sacerdote, y, así, me convertí en un sacerdote de la Iglesia clandestina.

Mateo Koo
sacerdote

Fuente: Alfa y Omega, Madrid 7 de mayo de 2009

Sacerdos in Aeternum

Ante todo el lío este que se ha armado por el caso del Padre Alberto Cutie, y antes por el Presidente de Paraguay ex Obispo Fernando Lugo, quería postear algún testimonio sacerdotal ... pues mucho se ha manoseado ya el tema. Y así como algunos sacerdotes se han equivocado ... hay muchos, pero muchos otros que si son fieles a la vocación a la que han sido llamados por Dios. En los medios de comunicación es muy claro, y también penoso, que se resalta poquísimo la labor sacerdotal en el mundo ... su trabajo, compromiso, amor y servicio en todo el planeta. Sin embargo al primer sacerdote que comete un error, es noticia de primera plana en muchos medios. Es un mundo hostil y hay que orar mucho por nuestra conversión y la de los demás además de agradecerle a Cristo por que estos ataques contra la Iglesia nos ayudan a purificarnos y ofrecer por todas las personas que odian y/o están alejados de la fe. Dejo un videito que me pareció bonito en relación a la vocación y formación sacerdotal producido por el Centro Académico Romado Fundación.

martes, 5 de mayo de 2009

May Feelings II

Un amigo me mando el link, esta bueno, como para verlo en Mayo ... y como para rezar un Rosario este sabado:

Tengo miedo de fumarme la paz


Un amor que es solo sentimientos y emociones es bandera de la mentalidad facilista y cortoplazista que acecha a millones de jóvenes hoy en día, jóvenes que se confunden envueltos en esta mentalidad son los que temen arriesgar, los que temen entregarse del todo y le huyen al compromiso, prueba de esto es la profunda crisis que pasa el joven al tener que tomar opciones decisivas en su vida.

Benedicto XVI en su reciente viaje a África exhorto a los jóvenes a atraverse a tomar decisiones definitivas, y es que efectivamente el compromiso implica tiempo y los jóvenes no quieren perder el tiempo, aunque muchas veces reconozcan que amerita entregarse, que vale la pena hacerlo, les cuesta horrores pues es más fuerte el temor al fracaso, a que le digan que no...al rechazo o burla de su decisión.

Sopesan y se angustian ante la cuestión ¿Dar todo y arriesgar a equivocarme? Respuesta: Me mido, como si quisieran cortarle espacio de acción al amor. Experimentan este miedo, que los hace pequeños ante los problemas, no quieren combatirlo, no lo enfrentan, no le dan cara, ni siquiera quieren sentir esa sensacion de inseguridad ...le tienen miedo al mismo miedo ... ciertamente.

Es en toda esta vivencia de ir huyendole al combate (y en la que lamentablemente se les pasa la vida)... donde Dios, el que es amor 1, no se desentiende, no les dice: "Me diste la espalda primero, ahora arreglatelas tú", No. Dios no nos abandona... todo lo contrario se compromete, se juega, te extiende la mano igual numero de veces a las que tu le das la espalda ... y te va acompañando en las desilusiones, en dolores, en sufrimientos, en situaciones dificiles ... Si, pero también en la alegría, en esa experiencia de plenitud que suscita un hambre, un espacio en el alma que pide y clama ser llenado, y ser llenado proporcionalmente ... Porque al igual que cuando uno experimenta una necesidad material esta es correspondida según lo que es: algo material... un trabajo, una casa, la graduación, un celular, un auto, etc. Esta necesidad se satisface, ¿cierto?, mas cuando es una necesidad trascendente... ningún objeto, nada pero absolutamente nada que sea material puede saciar ese deseo, ese hambre, una necesidad de libertad, un deseo profundísimo de la verdad, de tener la oportunidad de amar de verdad y en la verdad.

Y si te decides a saciar esto... ó por lo menos a buscar lo que realmente pueda colmar el hambre de tu alma... No implicará que el mundo y tu vida se pinten de "rosadito chiu"... cuando te decides no te libras de los temores, de las inseguridades, tentaciones, sufrimiento...el dolor no desaparece pero viene acompañado por una paz interior, esa paz que no solo se siente, sino también se vive cuando tienes la conviccion de estar haciendo lo que tienes que hacer.

Decía el Beato Papa Juan XXIII que la paz es el bien supremo, me parece que es totalmente cierto, lo dijo en la época de la segunda guerra mundial ... pero lo corroboramos hoy en día ... pues ,al menos personalmente, nunca he conocido alguien que de un modo u otro busque paz, quizás suene a cliché eso de "estar en paz conmigo", pero suena así para los que están golpeados, desalentados y sin la consciencia de que para gozar de paz hay primero algo llamado combate, el combate del que hablábamos anteriormente.

No busquemos la paz y el amor tras una hierba, la paz implica también responsabilidad y no pidamos paz si no queremos combatir nuestra guerra. Todo tiene una razón de ser.

Porque la paz no puede darse en la sociedad humana si primero no se da en el interior de cada hombre, es decir, si primero no guarda cada uno en sí mismo el orden que Dios ha establecido. A este respecto pregunta San Agustín: ¿Quiere tu alma ser capaz de vencer las pasiones? Que se someta al que está arriba y vencerá al que está abajo; y se hará la paz en ti; una paz verdadera, cierta, ordenada. ¿Cuál es el orden de esta paz? Dios manda sobre el alma; el alma, sobre la carne; no hay orden mejor. 2



1. I Juan 4,16.
2. S.S. Juan XXIII Encíclica Pacem in Terris N° 165.

domingo, 3 de mayo de 2009

El Buen Pastor

Un videito que es medio antiguo, pero que me dio ganas de postearlo porque me gusto un monton la primera vez que lo vi y me acorde hoy ,el Cuarto Domingo de Pascua y del Buen Pastor, al volverlo a ver me gusto aún mas que la primera vez ...