Todo es don de Dios, pero es necesaria una activa cooperación con la gracia.

sábado, 27 de marzo de 2010

La Semana que cambió el Mundo


¿Cómo apartar la mirada de Jesús, que muere en la Cruz? Su cara afligida suscita desconcierto. El profeta afirma: «no tenía apariencia ni belleza para atraer nuestras miradas, ni aspecto que pudiésemos estimar. Despreciado y repudiado por los hombres, varón de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro» (Isaías 53, 2-3).

En aquel rostro se condensan las sombras de todos los sufrimientos, las injusticias, las violencias padecidas por los seres humanos de cada época de la historia. Pero ahora, delante de la Cruz, nuestras penas de cada día, y hasta la muerte, aparecen revestidas de la majestad de Cristo abandonado y moribundo.

El rostro del Mesías, sangrante y crucificado, revela que Dios se ha dejado implicar, por amor, en los hechos que atormentan a la humanidad. El nuestro ya no es un dolor solitario, porque Él ha pagado por nosotros con su sangre derramada hasta la última gota. Ha entrando en nuestro sufrimiento y ha roto la barrera de nuestro llanto desesperado.

En su muerte adquiere sentido y valor la vida del hombre y hasta su misma muerte. Desde la Cruz, Cristo hace un llamamiento a la libertad personal de los hombres y las mujeres de todos los tiempos y llama cada uno a seguirlo en el camino del total abandono en las manos de Dios. Nos hace redescubrir hasta la misteriosa fecundidad del dolor.



La Cruz del Viernes Santo, Reflexión de Juan Pablo II en el Viernes Santo 2001.

viernes, 12 de marzo de 2010

En la Cuaresma ... ¡Él venció!

«...Porque con el ayuno corporal refrenas nuestras pasiones, elevas nuestro espíritu, nos das fuerza y recompensa, por Cristo, Señor nuestro ...»1

«Si hemos sido tentados en él, también en él vencemos al diablo. ¿Te fijas en que Cristo fue tentado, y no te fijas en que venció? Reconócete a ti mismo tentado en él, y reconócete también vencedor en él»2

«Tienes que saber soportar la prueba como algo que está dentro de los designios de Dios. Para ello habéis recibido las armas: no para quedaros inactivos sino para combatir»3






1 Prefacio IV de Cuaresma del Misal Romano
2 San Agustín de Hipona
3 San Juan Crisóstomo

viernes, 5 de marzo de 2010

Tentaciones a Jesús de Nazareth

"...Así, el interrogante sobre la estructura del curioso diálogo escriturístico entre Cristo y el tentador lleva directamente al centro de la cuestión del contenido. ¿De qué se trata? Se ha relacionado esta tentación con la máxima del panem et circenses: después del pan hay que ofrecer algo sensacional. Dado que, evidentemente, al hombre no le basta la mera satisfacción del hambre corporal, quien no quiere dejar entrar a Dios en el mundo y en los hombres tiene que ofrecer el placer de emociones excitantes cuya intensidad suplante y acalle la conmoción religiosa. Pero no se habla de esto en este pasaje, puesto que, al parecer, en la tentación no se presupone la existencia de espectadores. El punto fundamental de la cuestión aparece en la respuesta de Jesús, que de nuevo está tomada del Deuteronomio (6,16): «¡No tentaréis al Señor, vuestro Dios!». En el Deuteronomio, esto alude a las vicisitudes de Israel que corría peligro de morir de sed en el desierto. Se llega a la rebelión contra Moisés, que se convierte en una rebelión contra Dios. Dios tiene que demostrar que es Dios.
Esta rebelión contra Dios se describe en la Biblia de la siguiente manera: «Tentaron al Señor diciendo: "Está o no está el Señor en medio de nosotros?"»(Ex 17,7). Se trata por tanto de lo que hemos indicado antes: Dios debe someterse a una prueba. Es "probado" del mismo modo que se prueba una mercancía. Debe someterse a las condiciones que nosotros consideramos necesarias para llegar a una certeza. Si no proporciona la protección prometida en el Salmo 91, entonces no es Dios. Ha desmentido su palabra y, haciendo así, se ha desmentido a sí mismo.
Nos encontramos de lleno ante el gran interrogante de cómo se puede conocer a Dios y cómo se puede desconocerlo, de cómo el hombre puede relacionarse con Dios y cómo puede perderlo. La arrogancia que quiere convertir a Dios en un objeto e imponerle nuestras condiciones experimentales de laboratorio no puede encontrar a Dios. Pues, de entrada, presupone ya que nosotros negamos a Dios en cuanto Dios, pues nos ponemos por encima de Él. Porque dejamos de lado toda dimensión del amor, de la escucha interior, y sólo reconocemos como real lo que se puede experimentar, lo que podemos tener en nuestras manos. Quien piensa de este modo se convierte a sí mismo en Dios y, con ellos, no sólo degrada a Dios, sino tambien al mundo y a sí mismo..."

Jesús de Nazareth, S.S. Benedicto XVI. Libreria Editrice, Ciudad del Vaticano, 2007

lunes, 1 de marzo de 2010

Tengo que cuidar mi oración

La oración es un canal de gracia por el cual me comunico con Cristo el Señor, que me acoge y me alienta a estar más cerca a Él, para crecer en mi capacidad de escucha y tener esa agudeza de reconocer los signos que Dios pone en mi vida para seguir su divino plan. En ella encuentro refugio de los embates del mundo, encuentro también fuerza para luchar contra mis inconsistencias, reconozco mis miserias y es espacio privilegiado e inamovible para desarrollar mis virtudes. Es el único medio en el cual sé que puedo romper en llanto y no sentirme solo, puedo también dar gracias y alegrarme tanto que parece que el corazón no me cabe en el pecho. Aunque me cuesta mucho encontrar espacio en mi día a día, y aún cuando lo encuentro me cuesta concentrarme, creo que voy avanzando cada vez un poquito más y voy convenciéndome que es súper importante para mí, porque por más que no comprenda del todo que Dios me escucha y que de verdad quiere hablar conmigo, tengo la certeza que en esos momentos inclusive estando con los ojos cerrados veo con más claridad.

Este es un video en el que la Beata Teresa de Calcuta habla sobre la oración: