Todo es don de Dios, pero es necesaria una activa cooperación con la gracia.

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sábado, 6 de agosto de 2011

Dios te habla

El estar en sintonía con nuestro interior permite ser mas sensible a nuestros dinamismos fundamentales, estos nos ayudan a conocer mejor nuestra verdadera identidad, pero también a la realidad de las demás personas que nos rodean y a los cotidianos mensajes que Dios manda. Es tener conciencia que la trinidad me intenta hablar aquí y ahora. Esto es hacer silencio en medio del frenetismo que parece sofocar al mundo.


martes, 10 de mayo de 2011

¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes?

Hoy después de confesarme un sacerdote me recomendó leer el salmo 8, y que medite en torno a este la inmensa y hermosa llamada que hace Dios al hombre, estoy seguro que la riqueza de este salmo va mas allá de lo que les pueda compartir en estas cortas líneas, y por lo mismo quería centrarme sólo en la parte que más me llamo la atención, en realidad fueron estos tres versículos: 5 ¿qué es el hombre para que de él te acuerdes, el hijo de Adán para que de él cuides? 6 Apenas inferior a un Dios le hiciste, coronándole de gloria y de esplendor; 7 le hiciste señor de las obras de tus manos, todo fue puesto por ti bajo sus pies (Salmo 8)

Lo primero que se me vino a la mente cuando lo leí fue “Que bravo eh”, y es que leer esto frente al santísimo samaquea, hasta podría decir que te deja un poco desconcertado, empezando por que el Señor no se olvida de ti, como tú a veces si de él, está siempre a tu lado y además de esto te cuida, con sus caminos y a su manera pero te cuida. No olvidemos que Él es quien más sabe, por algo es Dios. ¿Que distinta seria la vida si en verdad tuviéramos presente esto no?. Lo que sigue es para cada uno de nosotros algo fuerte, tan fuerte que no nos puede dar igual pasarlo por alto. Creo que es algo que (dependiendo de como nos aproximemos) sobrecoge y maravilla, pero otras veces es fuente de todas las tentaciones … El hombre es capaz de Dios, fuimos creados a imagen y semejanza de Dios. En esta vida con sus caídas y sus alegrías, con los temores y sus luchas tenemos oportunidad de elevar nuestra naturaleza, tenemos oportunidad de parecernos un poco más al Señor y hasta probar un pedacito de cielo en la eucatistia; como digo, podemos tomar alguna de las “posiciones” mencionadas antes pero nunca podremos ser totalmente indiferentes, es algo tan grande, fuerte e importante que definitivamente no puede quedar en mera lectura ya que, nos guste o no, el acoger o negar esto compromete más de lo que usualmente queremos.

Todo fue puesto a nuestros pies, desde el inicio en el Edén el hombre fue invitado a ser una especie de cooperador, en la historia de la humanidad con más bien que mal (estoy convencido que si en el “balance general de la historia” el mal estaría por encima del bien la Iglesia habría desaparecido hace mucho, aunque esto no quita que nosotros como Iglesia tengamos un pasivo a sanear en el presente y futuro de la humanidad, pero bueno ...) el hombre ha tenido siempre el papel estelar, y hoy en día con muchos o pocos avances tecnológicos el hombre sigue siendo convocado por Dios a responder a esta llamada. El hombre es responsable inmediato de su historia, pero esta responsabilidad no es legitima si es que no se despliega según su identidad.

La identidad de un ser humano hoy en día puede ser reconocida por la huella dactilar, es asombroso pues no hay dos iguales en el mundo, no obstante seguramente todas deben tener algo en común, y es que en cada una de ellas hay una huella de Dios, un llamado a la santidad. Pues precisamente hoy, y más aún teniendo a un reciente beato Juan Pablo II, todo católico renueva ese profundo deseo de responder al llamado de ser santo, pero por si es que este ardor se va desvaneciendo poco a poco a medida que pasan las semanas hay que acordarse de que no sólo el Papa Benedicto XVI, o el párroco de tu la iglesia quieren que seas santo, es el Señor de la creación, el mismo Dios quien te quiere santo!. No hay mayor ideal, combatir fijos los ojos en el Señor Jesús. Por Cristo, con Cristo y en Cristo. Esto en la realidad, en lo cotidiano parece como un curso con pura teoría y más bien nada de práctica, como un sonido sin armonía ... pero ya lo dice San Pablo si no tengo amor, soy como campana que suena o címbalo que retiñe(1 Cor 13); y esa es la clave para la lucha en la vida cotidiana: el amor. Si nos esforzamos por ir añadiendo, poco a poco, amor a nuestros gestos y acciones, ofreciendo en las dificultades y obedeciendo amorosamente el plan de Dios iremos avanzando ... la conciencia estará tranquila si damos todo lo que podemos y lo que no podemos se lo dejamos a Dios que como decia al principio no nos deja solos y cuya gracia nos asiste siempre.

martes, 21 de diciembre de 2010

Paciencia: El Silencio en la esperanza

La Navidad y el fin de año son fiestas que traen consigo un sinfín de compromisos y responsabilidades, en este tiempo las personas andan agitadas, algunas señoras se alborotan por la cena navideña, hay jóvenes que andan de aquí a allá por los intercambios de regalos ó el plan para año nuevo, los que trabajan soportan el tráfico, arman balances además de planificar el siguiente año, en fin cada uno en lo que le exige la propia vida.

Son situaciones reales, de hoy en día, en las que existe la tentación de sucumbir al mal humor (por no entender que el otro también anda en mil cosas), riñas y discusiones (por echarle la culpa a quien no la tiene), lenguaje soez (aun sabiendo que no se gana nada hablándolo) ó peor aún mentiras (por querer cumplir algo que no puedes cumplir), seguramente todos hemos caído en algo o mucho de esto. A pesar que los ejemplos parecen negativos, pueden ser vistos en positivo pues este tiempo es también una gran oportunidad para vivir el silencio, un silencio no como mera ausencia, como una especie de mutismo. Hablamos del silencio como la palabra no hablada, como plenitud de ser, como equilibrio y armonía. 1

En nuestra lucha por el dominio propio (y por medio de esto la búsqueda de la virtud) hay varios “tipos” de silencio, estos son medios a través de cuyo ejercicio buscaremos capacitarnos para acoger y escuchar a Dios. 2 No obstante hay dos que en particular nos pueden ayudar a perseverar camino a finalizar el año, son el silencio de memoria y el silencio de los bienes temporales, el primero prepara y el segundo ayuda en el ofrecimiento de las mortificaciones. El silencio de memoria abarca también nuestra imaginación y fantasía, implica ejercitarse en la presencia de Dios en lo cotidiano, apoyándose en un buen examen de conciencia, de todo el año, para recuperar la memoria de Dios y de las pequeñas cosas que nos ayudan a cumplir su plan. El silencio de los bienes temporales es vivir las distintas clases de mortificación: ante las calumnias, burlas, torpezas, aportes y trabajos no reconocidos; los fracasos en los estudios, el trabajo o relaciones amorosas; el aburrimiento y la rutina, etc.

Esforzándose por vivir una cada vez más constante presencia de Dios, acordándose de él y consagrando las intenciones uno se prepara para poder vivir las mortificaciones, y éstas potencian nuestra adhesión a Dios. El ejercitar ambas vivencias muestra en nuestro camino de crecimiento espiritual un peldaño a subir ahora y a seguir subiendo en el futuro, una paciencia llena de esperanza, la hypomoné 3 que es la reciedumbre que no quita de su vista al Señor Jesús. Tenacidad que nutre en la lucha, aleja la tibieza, mata cobardía y confirma la firmeza. Esta nos ayuda a seguir, a pesar del cansancio, puesto que nuestra esperanza esta puesta en alguien que nos garantiza que a pesar de los obstáculos saldremos adelante.

Entonces no es en una “burbuja propia” donde se hace efectivo el combate espiritual, sino en los diarios quehaceres propios del estado de vida donde uno va ejercitando estos silencios para forjar virtud, sin descuidar ni postergar los momentos fuertes de oración que a cada uno le corresponde programar. En el mundo y sus imperfecciones fluyen situaciones parecidas a las comentadas antes, y estas o muchas otras podrían sembrar desunión cerca a estas fiestas, cuando en la navidad lo que se manifiesta justamente es la unidad y es además espacio para reconciliar todo lo que hay que reconciliar. Como dice una canción: en esa noche mueren todos los odios y renace la ternura. Sólo el Señor responde al corazón de la persona humana, tanto del niño como del adulto, del joven y del anciano. Una actitud comprometida y responsable, abierta a la gracia, reverente pero firme en el combate espiritual transformará nuestro corazón en un pesebre y permitirá, si Dios así lo quiere, vivir esta noche buena como la mejor noche de todo el año.



1. Ver Germán Doig - María, la mujer del silencio. Lima, Vida y Espiritualidad 2008

2. Ver German Doig – El silencio, una pedagogía para la voluntad. Lima, APRODEA 1983 pp. 25

3. Revisar Kenneth Pierce – La escalera espiritual de San Pedro. Lima, FE Fondo Editorial 2010 pp. 141-153