Todo es don de Dios, pero es necesaria una activa cooperación con la gracia.

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domingo, 12 de septiembre de 2010

"Coces contra el aguijón"

La vocación de San Pablo debe ser una de las más populares y asombrosas, siendo Saulo perseguidor de cristianos e inclusive partícipe de la muerte de Esteban, fue llamado a ser EL APÓSTOL. Se dice que una luz le cegó camino a Damasco y que el mismo Dios lo tiro del caballo, y una voz le dijo: “Saulo, duro te es dar coces contra el aguijón”. Esto es un detalle muy interesante que da luz a la vocación, no solo religiosa sino también al matrimonio.

Sucede que en algunos países orientales para controlar a los caballos que son un tanto salvajes, se usa una garrocha que tiene punta de hierro y que se ubica en la montura o arnés, entonces el animal al hacer movimientos bruscos arremete contra este, dando coces, lastimándose y enfureciéndose por las punzadas. Esta misma figura es utilizada para describir a un hombre destrozado y angustiado por los remordimientos de su conciencia, parecido al hecho de querer huir e ir dándose de bruces contra la misma pared una y otra vez. El resistir el llamado que Dios hace es mucho más común hoy en día que vivimos una cultura ruidosa y que dificulta escuchar la voz del Señor, querer responder según solo lo que nosotros queremos y no lo que el Señor quiere, inclusive de ir construyendo una mentira, pero donde todo parece encajar (tiene lógica si las piezas las hacemos y las movemos solo nosotros). Se dice además que hay una ola de “vocaciones tardías” (personas mayores de 25 años) en Europa, personas que luchando contra el mismo Dios, y contra un pasado mundano, aceptan que Dios los llama y se rinden a los pies del Señor para decirle: aquí estoy.

En la vocación al matrimonio sucede algo parecido, pues en parejas que luego de tener varios años de noviazgo, existe el que va postergando y postergando la propuesta, o peor aún ya casados se posterga tener hijos años de años con la excusa de tener una mejor condición económica que permita “darle todo” a esos hijos que (no lo olvidemos) son una bendición de Dios y que como tal no tienen por qué esperar. Sea la vocación que sea, es tonto querer huir del Plan de Dios, nos hacemos daño queriendo salir de eso pues todos tenemos una vocación personal. Ir en contra de la propia identidad hiere y enfurece, uno se angustia, se desespera y se termina cansando de vivir sin sentido. Sin importar el pasado, ni los planes que hagamos a futuro, Dios toca la puerta y pide ser escuchado.

Para esto es necesario sanar el corazón (mediante el sacramento de la reconciliación), tener un plan de vida (con la ayuda del consejero espiritual), que nos permita ordenarla, porque en ese orden es más claro ver los signos de Dios, y se le escucha aunque parezca que hable bajito. Teniendo en orden los sentimientos y las pasiones, se puede pensar y tener la mente dispuesta a buscar la mejor manera de poner en acción el Plan que Dios tiene para cada uno de nosotros.

La peor respuesta que uno puede dar es huir a la misma respuesta, el acoger y responder a nuestro llamado particular es preponderante para nuestro camino de santidad, dudas tuvieron hasta los mismos apóstoles, sin embargo lo que debe primar es el profundo anhelo de cumplir el plan de Dios que es la única forma de ir saboreando, aquí y ahora, la felicidad.

viernes, 9 de julio de 2010

El Celular en nuestros días

Parte de la Conferecia MI VIDA ONLINE, dictada por Javier de la Flor, Asistente General de Comunicaciones del Sodalitium Christianae Vitae y Diseñador Gráfico, en la cual expone algunos aspectos del comportamiento de los jóvenes con la proliferación de los celulares (llamadas,mensajes de Texto, de voz, multimedia, etc.) y el impacto en la vida de estos reflejado en la pérdida de la conciencia de estar en un grupo de personas, el respeto hacia los demás, la dependencia de un aparato tecnológico, etc.



Para conocer más sobre esto visite: http://estarconectado.blogspot.com

jueves, 13 de mayo de 2010

Sí, Respiro

Es interesante como en los momentos que uno menos piensa o en las situaciones menos esperadas uno empieza (o vuelve a empezar) a ver las cosas con más claridad que antes: un encuentro fortuito, una mirada, una sonrisa, un diálogo, la naturaleza, etc., es como que, sin buscarlo, ante una pregunta difícil alguien te responda en el lugar preciso, en el momento justo, con la respuesta correcta. No es fácil de explicar, pero esa frasecita de “la vida es todo aquello que te ocurre mientras planeas tu futuro” sumada a “en la vida todo depende de uno mismo, menos la misma vida” te toman, te samaquean y hacen un aterrizaje forzoso de la propia vida en pocos segundos. Interiorizarlo a veces se complica, con el poco tiempo que nos dejan los deberes y responsabilidades además de nuestra superficialidad (y la de otros) al acecho, esa capacidad de ir a lo esencial casi por inercia se valora mucho, pero muchísimo más.
Madurar, en verdad, cuesta.Y es bueno que cueste porque así uno más lo valora. Es bueno entrar sin miedo a meternos con nosotros mismos, Y ... hay que ser hidalgos en reconocerlo, no estamos aquí por casualidad. Estamos llamados a algo. Aunque no lo comprendamos del todo, de repente no entra en las categorías que manejamos y aunque no nos de la gana de aceptar o aunque no nos guste, si nosotros no somos eso a lo que estamos llamados, si no respondemos según nuestras capacidades y posibilidades… nadie, pero NADIE lo hará por nosotros.

Y va más allá de creerse indispensable, más bien es abrirse, ser sincero con uno mismo: Dios sabe más de lo que sé yo, ¿por qué no preguntarle?

Creo que podemos desordenarnos mucho si es que no vamos a lo que realmente importa, las emociones traicionan, somos humanos, y por eso mismo creo que hay algunas ideas que tenemos que pensar y repensar. Por ejemplo, algo que debemos tener muy presente, al menos por ahora, es de que cada noche antes de dormir si tenemos la conciencia más o menos tranquila con lo que pensamos, sentimos y hacemos a lo largo del día, al menos (creo) no nos vamos directito al infierno, y si Dios nos da otro día más de vida, pues a empezar de nuevo… el camino del cristiano siempre es una pendiente a subir.

Si en este camino, uno con su esfuerzo (en poquedad ó abundancia) experimenta esa serenidad de saber que la brecha entre lo que esta llamado a ser y lo que es, poco a poco, se va haciendo más pequeña… siente realmente que respira, uno se cansa un poco es verdad, pero respira; aunque nuestras incoherencias nos hagan dudar de esto es importante procurar tener una perspectiva amplia y objetiva de la propia vida. Esto, por ahora basta, y lo único que nos da esa serenidad es estar en gracia... encontrarla no es difícil, BÚSCALA en la eucaristía que la tenemos al alcance TODOS LOS DÍAS, HASTA EL FIN DEL MUNDO. No claudiques, sé fuerte, y reza para que jamás nos cansemos de levantarnos cuando nos caemos.