Todo es don de Dios, pero es necesaria una activa cooperación con la gracia.

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lunes, 31 de octubre de 2011

Sólo los Santos cambiarán el Mundo 3


sábado, 8 de octubre de 2011

La Familia




viernes, 30 de septiembre de 2011

Dios no se muda




Nada te turbe, nada te espante; todo se pasa,Dios no se muda; la paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene, nada le falta. Sólo Dios basta.

Eleva el pensamiento, al cielo sube,
por nada te acongojes.
Nada te turbe; a Jesucristo sigue con pecho grande,
y venga lo que venga nada te espante.

¿Ves la gloria del mundo...? es gloria vana,
nada tiene de estable, todo se pasa.

Aspira a lo celeste que siempre dura;
fiel y rico en promesas, Dios no se muda.

Ámale cual merece bondad inmensa.
pero... no hay amor fino sin la paciencia.

Confianza y fe viva mantenga el alma,
que quien cree y espera todo lo alcanza.

Del infierno acosado aunque se viere,
burlará sus furores quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos, cruces, desgracias,
siendo Dios tu tesoro, nada le falta.

Id,  pues, bienes del mundo, id, dichas vanas,
aunque todo lo pierda solo Dios basta.

Santa Teresa de Ávila

viernes, 23 de septiembre de 2011

¿Qué pasaría si miráramos a nuestro alrededor?

La caridad es nuestra razón de ser, para descubrir nuestro “yo” debemos estar abiertos al “tu”; para dejar de estar ensimismados hay que buscar la felicidad de los demás. El bien personal implica no pocas veces purificación, entrega y fidelidad en las cosas sencillas y chiquitas. No habrá santidad si no nos esforzamos por vivir la caridad día a día.

domingo, 3 de julio de 2011

¿Para qué nací?

¿Yo para qué nací? Para salvarme.

Que tengo de morir es infalible.

Dejar de ver a Dios y condenarme,

Triste cosa será, pero posible.

¿Posible? ¿Y río, y duermo, y quiero holgarme?

¿Posible? ¿Y tengo amor a lo visible?

¿Qué hago?, ¿en qué me ocupo?, ¿en qué me encanto?

Loco debo de ser, pues no soy santo.


Versión Breve de ¿Yo como vine al mundo? por Fray Pedro de los Reyes

martes, 10 de mayo de 2011

¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes?

Hoy después de confesarme un sacerdote me recomendó leer el salmo 8, y que medite en torno a este la inmensa y hermosa llamada que hace Dios al hombre, estoy seguro que la riqueza de este salmo va mas allá de lo que les pueda compartir en estas cortas líneas, y por lo mismo quería centrarme sólo en la parte que más me llamo la atención, en realidad fueron estos tres versículos: 5 ¿qué es el hombre para que de él te acuerdes, el hijo de Adán para que de él cuides? 6 Apenas inferior a un Dios le hiciste, coronándole de gloria y de esplendor; 7 le hiciste señor de las obras de tus manos, todo fue puesto por ti bajo sus pies (Salmo 8)

Lo primero que se me vino a la mente cuando lo leí fue “Que bravo eh”, y es que leer esto frente al santísimo samaquea, hasta podría decir que te deja un poco desconcertado, empezando por que el Señor no se olvida de ti, como tú a veces si de él, está siempre a tu lado y además de esto te cuida, con sus caminos y a su manera pero te cuida. No olvidemos que Él es quien más sabe, por algo es Dios. ¿Que distinta seria la vida si en verdad tuviéramos presente esto no?. Lo que sigue es para cada uno de nosotros algo fuerte, tan fuerte que no nos puede dar igual pasarlo por alto. Creo que es algo que (dependiendo de como nos aproximemos) sobrecoge y maravilla, pero otras veces es fuente de todas las tentaciones … El hombre es capaz de Dios, fuimos creados a imagen y semejanza de Dios. En esta vida con sus caídas y sus alegrías, con los temores y sus luchas tenemos oportunidad de elevar nuestra naturaleza, tenemos oportunidad de parecernos un poco más al Señor y hasta probar un pedacito de cielo en la eucatistia; como digo, podemos tomar alguna de las “posiciones” mencionadas antes pero nunca podremos ser totalmente indiferentes, es algo tan grande, fuerte e importante que definitivamente no puede quedar en mera lectura ya que, nos guste o no, el acoger o negar esto compromete más de lo que usualmente queremos.

Todo fue puesto a nuestros pies, desde el inicio en el Edén el hombre fue invitado a ser una especie de cooperador, en la historia de la humanidad con más bien que mal (estoy convencido que si en el “balance general de la historia” el mal estaría por encima del bien la Iglesia habría desaparecido hace mucho, aunque esto no quita que nosotros como Iglesia tengamos un pasivo a sanear en el presente y futuro de la humanidad, pero bueno ...) el hombre ha tenido siempre el papel estelar, y hoy en día con muchos o pocos avances tecnológicos el hombre sigue siendo convocado por Dios a responder a esta llamada. El hombre es responsable inmediato de su historia, pero esta responsabilidad no es legitima si es que no se despliega según su identidad.

La identidad de un ser humano hoy en día puede ser reconocida por la huella dactilar, es asombroso pues no hay dos iguales en el mundo, no obstante seguramente todas deben tener algo en común, y es que en cada una de ellas hay una huella de Dios, un llamado a la santidad. Pues precisamente hoy, y más aún teniendo a un reciente beato Juan Pablo II, todo católico renueva ese profundo deseo de responder al llamado de ser santo, pero por si es que este ardor se va desvaneciendo poco a poco a medida que pasan las semanas hay que acordarse de que no sólo el Papa Benedicto XVI, o el párroco de tu la iglesia quieren que seas santo, es el Señor de la creación, el mismo Dios quien te quiere santo!. No hay mayor ideal, combatir fijos los ojos en el Señor Jesús. Por Cristo, con Cristo y en Cristo. Esto en la realidad, en lo cotidiano parece como un curso con pura teoría y más bien nada de práctica, como un sonido sin armonía ... pero ya lo dice San Pablo si no tengo amor, soy como campana que suena o címbalo que retiñe(1 Cor 13); y esa es la clave para la lucha en la vida cotidiana: el amor. Si nos esforzamos por ir añadiendo, poco a poco, amor a nuestros gestos y acciones, ofreciendo en las dificultades y obedeciendo amorosamente el plan de Dios iremos avanzando ... la conciencia estará tranquila si damos todo lo que podemos y lo que no podemos se lo dejamos a Dios que como decia al principio no nos deja solos y cuya gracia nos asiste siempre.

domingo, 1 de mayo de 2011

May Feelings IV: El Secreto de un Santo

jueves, 28 de abril de 2011

Santo por donde se le mire: Juan Pablo II

" ... Las familias están llamadas a jugar un papel decisivo para el futuro de las vocaciones en la Iglesia. La santidad del amor esponsal, la armonía de la vida familiar, el espíritu de fe con el que se afrontan los problemas diarios de la vida, la apertura a los otros, sobre todo a los más pobres, la participación en la vida de la comunidad cristiana constituyen el ambiente adecuado para la escucha de la llamada divina y para una generosa respuesta de parte de los hijos ..."

Beato Juan Pablo II


domingo, 20 de marzo de 2011

«Levantaos, no tengáis miedo».

El momento de la transfiguración ocurrió 6 días después del primer anuncio de la pasión, y de decir a los discípulos: el que quiera seguirme que se niegue a sí mismo y tome su cruz cada día (Lc 9, 23). ¡Qué duro camino!, que exigencia, podría inclusive provocar miedo … pues el señor está pidiendo un cambio y un cambio verdadero, cambiar de figura, no solo transfigurarnos sino darle muerte a nuestro hombre viejo … y la muerte, si no la vemos con ojos de Dios, da pavor. A pesar de esta exigencia hay esperanza, no hay que tener miedo. El camino es difícil y muchas veces las dificultades nos hacen tambalear, no se ve ni si quiera el siguiente paso a dar. Esto exige confiar en algo que no ves; sin embargo, y a pesar de esto, Dios sí que nos muestra el final, la gloria, llegará el día que escuches: “Venid, benditos de mi padre”, es el premio al esfuerzo de andar en un camino que ciertamente es exigente, pero es fecundo si es recorrido en cristo día a día, es decir escuchar a Jesús (Mt 17, 5) y vivir con todo lo que ello exige, si lo hacemos con amor, con valentía y decisión podremos ver el mismo rostro Dios.
El misal romano menciona esto como “llegar a la perfección por la caridad, no por nuestros méritos sino conforme a la bondad del Señor”. Muchas veces nos quejamos de qué hacer y cómo vivir coherentemente nuestra vida cristiana, y Dios en el tabor nos enseña cómo hacerlo: Escuchar a su hijo (Mt 17, 5), esto es rezar, no se puede escuchar a una persona si no te abres al diálogo con ella, decía San Alfonso María de Ligorio: “El que reza se salva, y el que no reza se condena” y además Dios nos muestra también el objetivo: ver el rostro de Jesús brillante como el sol y blanco como la luz (Mt 17, 2) esto sucederá si llegamos a la meta, y todos estamos llamados a eso: ser santos. Cristo nos da confianza en este tiempo de preparación, cuarenta días en los cuales vamos caminando, y no hay que preocuparse si tenemos dificultad hay que confiar en Dios porque a pesar de todas nuestras caídas el Señor Jesús nos da ánimo y esperanza, y nos dice una vez más: «Levantaos, no tengáis miedo».

sábado, 5 de marzo de 2011

Respuesta a la Nostalgia de Dios

“Creo que si tuviera que morirme dentro de un rato, lo que más sentiría sería ver la poca madurez que ha alcanzado mi vida. No he alcanzado mi destino. Muchas cosas que debían fructificar en mí no han dado nada... Respecto a mi vida espiritual, me encuentro abrumado ante todo lo que he recibido y lo que he desperdiciado durante tantos años. Vivo los restos del festín que he desperdiciado. Nadie sospecha el fondo de mi tristeza. ¿Cómo diría yo? Es imposible explicarlo, hasta parece ridículo. Pero voy a decirlo sencillamente. Quisiera ser un santo. Esto es todo. Es imposible decir más. He perdido una gran parte de mi vida. Me doy perfecta cuenta de que en todos mis actos no soy lo que quisiera ser. Ese ser que quisiera llegar a ser existe en mí y está triste y su tristeza es la mía" (Cardenal Jean Daniélou, Escándalo de la verdad).

Esta reflexión del Cardenal Daniélou normalmente es situada por la mayoría de nosotros en la vida de una persona de edad avanzada, digamos pasados los sesenta, una persona que ha vivido y probado muchas cosas, que seguramente con aciertos, errores y dificultades no quiso prestar atención a una voz interior que estuvo desde hace mucho pero que fue silenciada a fuerza de querer escuchar sólo las realidades visibles y/o palpables en la propia vida. Esta voz, no es meramente fonética, aunque sí podría decirse que es un eco del clamor a las respuestas sobre la propia identidad y misión, es buscarle el sentido a la vida.

El atender este clamor interior es toda una aventura, no siempre se ve con claridad, pero se tiene plena seguridad que el que tiene que luchar por responder a este viaje es uno mismo, es la propia vida, además si bien algunas personas te orientan en esto, no hay otro responsable y dimitir del cargo no está permitido.

¿Porque esperar hasta hacerse viejo para hacerse cargo del tema? En estas cuestiones aparentemente invisibles hay una dimensión que es soporte de lo visible. Empezar a resolverlo es una gran tarea, con las complicaciones que implica es quizás la más exigente pero por eso mismo la más hermosa. No es cualquier cosa, es fundamental para la felicidad que todo ser humano anhela, es precioso comprometerse en esa búsqueda de respuestas, empezar a poner orden desde dentro para irradiarlo hacia afuera ... como dice la frase de una conocida película: Para vencer la oscuridad exterior debes vencer primero la interior. Quien sabe si asumir esta responsabilidad motive a otros a asumir tambien su propia misión.

martes, 22 de febrero de 2011

El fiel laico

«...De este modo, el "mundo" se convierte en el ámbito y el medio de la vocación cristiana de los fieles laicos, porque él mismo está destinado a dar gloria a Dios Padre en Cristo. El Concilio puede indicar entonces cuál es el sentido propio y peculiar de la vocación divina dirigida a los fieles laicos. No han sido llamados a abandonar el lugar que ocupan en el mundo. El Bautismo no los quita del mundo, tal como lo señala el apóstol Pablo: "Hermanos, permanezca cada cual ante Dios en la condición en qu se encontraba cuando fue llamado" (1 Co. 7, 24); sino que les confía una vocación que afecta precisamente a su situación intramundana. En efecto, los fieles laicos, "son llamados por Dios para contribuir, desde dentro a modo de fermento, a la santificación del mundo mediante el ejercicio de sus propias tareas, guiados por el espíritu evangélico, y así manifiestan a Cristo ante los demás, principalmente con el testimonio de su vida y con el fulgor de su fe, esperanza y caridad". De este modo, el ser y el actuar en el mundo son para los fieles laicos no sólo una realidad antropológica y sociológica, sino también, y específicamente, una realidad teológica y eclesial. En efecto, Dios les manifiesta su designio en su situación intramundana, y les comunica la particular vocación de "buscar el Reino de Dios tratando las realidades temporales y ordenándolas según Dios".»



N° 15 Exhortación Apostólica Post-Sinodal Christifideles Laici, S.S. Juan Pablo II.

miércoles, 16 de febrero de 2011

¿De que sirve la vida sino para ser Santo?



* Para las personas que me pedian el link del video en inglés. Gracias por difundirlo

martes, 1 de febrero de 2011

La Misión de los laicos: No al clericalismo

La vocación de los fieles laicos a la santidad implica que la vida según el Espíritu se exprese particularmente en su inserción en las realidades temporales y en su participación en las actividades terrenas. El apóstol San Pablo nos amonesta diciendo: «Todo cuanto hagáis, de palabra o de obra, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por su medio a Dios Padre» (Col 3, 17). Refiriendo estas palabras del apóstol a los fieles laicos, el Concilio afirma categóricamente: «Ni la atención de la familia, ni los otros deberes seculares deben ser algo ajeno a la orientación espiritual de la vida». A su vez los Padres sinodales han dicho: «La unidad de vida de los fieles laicos tiene una gran importancia. Ellos, en efecto, deben santificarse en la vida profesional y social ordinaria. Por tanto, para que puedan responder a su vocación, los fieles laicos deben considerar las actividades de la vida cotidiana como ocasión de unión con Dios y de cumplimiento de su voluntad, así como también de servicio a los demás hombres, llevándoles a la comunión con Dios en Cristo». Los fieles laicos han de considerar la vocación a la santidad, antes que como una obligación exigente e irrenunciable, como un signo luminoso del infinito amor del Padre que les ha regenerado a su vida de santidad. Tal vocación, por tanto, constituye una componente esencial e inseparable de la nueva vida bautismal, y, en consecuencia, un elemento constitutivo de su dignidad. Al mismo tiempo, la vocación a la santidad está ligada íntimamente a la misión y a la responsabilidad confiada a los fieles laicos en la Iglesia y en el mundo. En efecto, la misma santidad vivida, que deriva de la participación en la vida de santidad de la Iglesia, representa ya la aportación primera y fundamental a la edificación de la misma Iglesia en cuanto «Comunión de los Santos». Ante la mirada iluminada por la fe se descubre un grandioso panorama: el de tantos y tantos fieles laicos —a menudo inadvertidos o incluso incomprendidos; desconocidos por los grandes de la tierra, pero mirados con amor por el Padre—, hombres y mujeres que, precisamente en la vida y actividades de cada jornada, son los obreros incansables que trabajan en la viña del Señor; son los humildes y grandes artífices —por la potencia de la gracia de Dios, ciertamente— del crecimiento del Reino de Dios en la historia.

N° 17 Exhortación Apostólica Christifideles Laici - Juan Pablo II




domingo, 16 de enero de 2011

Sólo los Santos Cambiarán el Mundo - Parte 2

La Santidad es algo que a veces parece imposible, pero es un llamado a vivir a plenitud el amor; lejos de buscar estar en las estampitas y los altares, la persona que recorre este camino entiende que en la Iglesia Católica hay personas comunes y corrientes que nos han demostrado que no sólo es posible, sino que es una obligación para todos. El santo ha dejado de ser quien no es para descubrir su identidad en Cristo, porque lo que ves tú ó los demás no necesariamente es lo que eres pero sobre todo porque permaneciendo en quien eres vives en verdadera libertad. La santidad se consigue día a día, la construyes poco a poco, con autenticidad, siendo fiel al Señor que te enseña a ser fiel a ti mismo. Es la lucha por vivir con coherencia, según lo que uno piensa según lo que dice, ahí se abre una dimensión en la que Dios Padre tiene el papel central porque Él que se ha hecho hombre le revela al propio hombre quien es. 1

Al vivir esta dimensión se va develando algo fundamental, las coordenadas de tu vida son las que Dios pone y las que tienes que aprender a leer en tu día a día. Él habla constantemente, la historia de tu vida tiene direcciones que apuntan a lo que el Señor quería para ti y lo que tú querías para ti. Es hermoso cuando en algunos casos coinciden, y en los que no, aunque no siempre suscitaron al momento una experiencia agradable, definitivamente te han ayudado a crecer como persona.

Estas coordenadas no son pistas ocultas que tienes que encontrar e interpretar, Dios no juega con tu vida, Dios habla en las cosas sencillas y concretas solo hay que ejercitarse en preguntar por el Plan de Dios todos los días de tu vida.

Buscando ser un reconciliador permanentemente reconciliado, ordenando tu corazón y tu vida, trabajando todo lo que tienes que trabajar, estudiando todo lo que tienes que estudiar, rezando lo que hay que rezar, descansando lo que hay que descansar. Una vida ordenada, con todos los componentes en su sitio, es de por sí una coordenada que da el Señor y con esta se descubren mas coordenadas: en la tolerancia, en la esperanza, en la exigencia y la perseverancia, en las personas que quieres y curiosamente también en las que no.

Si toda tu vida está en orden y te esfuerzas por vivir según el Señor tarde o temprano llega lo que tanto esperas, se resuelve lo que no sabes resolver, terminas lo que al empezar te parecía imposible, inclusive a nuestros ojos el propio camino no se hace ni más fácil ni más difícil, pero indefectiblemente si se hace más hermoso.

Todo empieza por teñir de amor sencillas acciones y firmes decisiones, lo descrito pareciese muy trillado, pero es realidad; una clave de andar en lo correcto es la alegría, que te impulsa a ayudar a las demás personas, a hacer apostolado. En tus esfuerzos de evangelizar, por más diminutos e insignificantes que parezcan, continua comprometiéndote; esto permite que te despliegues mirando un horizonte que tiene forma de cruz pero que te lleva a vivir con esperanza, con la convicción de que El señor lo pequeño lo hace grande.


1. Juan Pablo II, Constitución Pastoral Gaudium Et Spes n°22