Todo es don de Dios, pero es necesaria una activa cooperación con la gracia.

domingo, 20 de marzo de 2011

«Levantaos, no tengáis miedo».

El momento de la transfiguración ocurrió 6 días después del primer anuncio de la pasión, y de decir a los discípulos: el que quiera seguirme que se niegue a sí mismo y tome su cruz cada día (Lc 9, 23). ¡Qué duro camino!, que exigencia, podría inclusive provocar miedo … pues el señor está pidiendo un cambio y un cambio verdadero, cambiar de figura, no solo transfigurarnos sino darle muerte a nuestro hombre viejo … y la muerte, si no la vemos con ojos de Dios, da pavor. A pesar de esta exigencia hay esperanza, no hay que tener miedo. El camino es difícil y muchas veces las dificultades nos hacen tambalear, no se ve ni si quiera el siguiente paso a dar. Esto exige confiar en algo que no ves; sin embargo, y a pesar de esto, Dios sí que nos muestra el final, la gloria, llegará el día que escuches: “Venid, benditos de mi padre”, es el premio al esfuerzo de andar en un camino que ciertamente es exigente, pero es fecundo si es recorrido en cristo día a día, es decir escuchar a Jesús (Mt 17, 5) y vivir con todo lo que ello exige, si lo hacemos con amor, con valentía y decisión podremos ver el mismo rostro Dios.
El misal romano menciona esto como “llegar a la perfección por la caridad, no por nuestros méritos sino conforme a la bondad del Señor”. Muchas veces nos quejamos de qué hacer y cómo vivir coherentemente nuestra vida cristiana, y Dios en el tabor nos enseña cómo hacerlo: Escuchar a su hijo (Mt 17, 5), esto es rezar, no se puede escuchar a una persona si no te abres al diálogo con ella, decía San Alfonso María de Ligorio: “El que reza se salva, y el que no reza se condena” y además Dios nos muestra también el objetivo: ver el rostro de Jesús brillante como el sol y blanco como la luz (Mt 17, 2) esto sucederá si llegamos a la meta, y todos estamos llamados a eso: ser santos. Cristo nos da confianza en este tiempo de preparación, cuarenta días en los cuales vamos caminando, y no hay que preocuparse si tenemos dificultad hay que confiar en Dios porque a pesar de todas nuestras caídas el Señor Jesús nos da ánimo y esperanza, y nos dice una vez más: «Levantaos, no tengáis miedo».

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