sábado, 6 de agosto de 2011
Dios te habla
viernes, 29 de julio de 2011
Dios actúa, confía en Él

En una conversación, de esas que duran más de lo que uno cree, una persona me comentaba que en un momento de su vida estuvo bastante metida en labores de ayuda social en una parroquia, y que hoy en día no sabe si es agnóstica o creyente (este post lo escribo a petición suya); en resumen me decía que en un momento para ella la oración se empezó a convertir en una acción algo hueca y tediosa, a esto se sumaba la insatisfacción de no poder resolver problemas personales; por estas razones frente al santísimo ella se formulaba una pregunta en el interior que más o menos decia: ¿Para que insistir en la oración si siento ó parece que Dios no actúa?. La verdad no es fácil responder a esa pregunta, pero no deja de estar ligada a una experiencia de vida, bastante común dicho sea de paso.
Antes que nada hay que comprender que las sensaciones no lo son todo en la vida, y que estas no necesariamente son el mejor indicador para juzgar la realidad; inclusive los sentidos como la vista, el tacto y el gusto se equivocan ante la presencia de Dios 1, pero esto no significa que no seamos capaces de él. La confianza en Dios es algo gradual, casi como un ejercicio y como todo ejercicio al inicio te incomoda un poquito, los que recuerden el primer día de ir al gimnasio podrán dar razón de esto; ahora muy aparte de ese tema … se puede decir que Dios no actúa?, si es que lo puedes decir (hablar) es que estas vivo, y la vida en sí misma es un don de Dios, o es que acaso el sol no ha salido hoy como sale cada día? o es que el agua en la tierra se ha secado? … Dios si actúa, Dios tiene un plan y hay que maravillarse de poder participar en él; una cosa es que no tengamos la agudeza necesaria para percibir la acción de Dios y otra muy, pero muy distinta que Dios no actúe. Dicho esto, habría que profundizar y preguntarse ¿Por qué nos cuesta percibir la acción de Dios en nuestra vida?.
Para ejercitarse en la presencia de Dios es aconsejable vivir la eusébeia que significa propiamente piedad, pero en el sentido explícito de una gran reverencia hacia Dios y su plan; la piedad es fruto de un sostenido y continuo ejercicio que, con el tiempo, se hace buen hábito 2, y como decía líneas arriba al principio cuesta pero si le ponemos empeño y constancia a nuestra oración los frutos aparecerán . Los ejercicios físicos son de poca utilidad; la piedad, en cambio, es útil para todo, porque encierra una promesa de Vida para el presente y para el futuro.(1 Tim 4,8).
Ahora bien, estos frutos no necesariamente son los que uno espera o los que a uno le gustarían, Dios sabe bien qué es lo mejor para cada uno de nosotros, la confianza es la clave pero si lo vemos de otra forma ¿qué pasaría si en vez de exigirle que actúe como queremos, Dios quiere actuar a través de nosotros?. Por ahí que Dios está resolviendo nuestros problemas de una forma que ni nos imaginamos, no le pidamos a Él que esté a nuestro servicio sino más bien estemos nosotros al servicio de Dios. No todo en la vida es perfecto, es cierto, pero esta vida con sus alegrías y problemas merece ser vivida al máximo, según lo que Él (que es el mismo amor) quiere; preguntarse por el Plan de Dios no debe darnos miedo porque siendo sinceros ante los problemas y preguntas de toda la historia de la humanidad ... las respuestas de Dios han sido siempre mejores a las de los hombres.
1. Santo Tomás de Aquino, Adoro te devote.
2. Kenneth Pierce, La escalera espiritual de San Pedrro, FE 2010 - pag. 154 y 158
martes, 21 de diciembre de 2010
Paciencia: El Silencio en la esperanza

Son situaciones reales, de hoy en día, en las que existe la tentación de sucumbir al mal humor (por no entender que el otro también anda en mil cosas), riñas y discusiones (por echarle la culpa a quien no la tiene), lenguaje soez (aun sabiendo que no se gana nada hablándolo) ó peor aún mentiras (por querer cumplir algo que no puedes cumplir), seguramente todos hemos caído en algo o mucho de esto. A pesar que los ejemplos parecen negativos, pueden ser vistos en positivo pues este tiempo es también una gran oportunidad para vivir el silencio, un silencio no como mera ausencia, como una especie de mutismo. Hablamos del silencio como la palabra no hablada, como plenitud de ser, como equilibrio y armonía. 1
En nuestra lucha por el dominio propio (y por medio de esto la búsqueda de la virtud) hay varios “tipos” de silencio, estos son medios a través de cuyo ejercicio buscaremos capacitarnos para acoger y escuchar a Dios. 2 No obstante hay dos que en particular nos pueden ayudar a perseverar camino a finalizar el año, son el silencio de memoria y el silencio de los bienes temporales, el primero prepara y el segundo ayuda en el ofrecimiento de las mortificaciones. El silencio de memoria abarca también nuestra imaginación y fantasía, implica ejercitarse en la presencia de Dios en lo cotidiano, apoyándose en un buen examen de conciencia, de todo el año, para recuperar la memoria de Dios y de las pequeñas cosas que nos ayudan a cumplir su plan. El silencio de los bienes temporales es vivir las distintas clases de mortificación: ante las calumnias, burlas, torpezas, aportes y trabajos no reconocidos; los fracasos en los estudios, el trabajo o relaciones amorosas; el aburrimiento y la rutina, etc.
Esforzándose por vivir una cada vez más constante presencia de Dios, acordándose de él y consagrando las intenciones uno se prepara para poder vivir las mortificaciones, y éstas potencian nuestra adhesión a Dios. El ejercitar ambas vivencias muestra en nuestro camino de crecimiento espiritual un peldaño a subir ahora y a seguir subiendo en el futuro, una paciencia llena de esperanza, la hypomoné 3 que es la reciedumbre que no quita de su vista al Señor Jesús. Tenacidad que nutre en la lucha, aleja la tibieza, mata cobardía y confirma la firmeza. Esta nos ayuda a seguir, a pesar del cansancio, puesto que nuestra esperanza esta puesta en alguien que nos garantiza que a pesar de los obstáculos saldremos adelante.
Entonces no es en una “burbuja propia” donde se hace efectivo el combate espiritual, sino en los diarios quehaceres propios del estado de vida donde uno va ejercitando estos silencios para forjar virtud, sin descuidar ni postergar los momentos fuertes de oración que a cada uno le corresponde programar. En el mundo y sus imperfecciones fluyen situaciones parecidas a las comentadas antes, y estas o muchas otras podrían sembrar desunión cerca a estas fiestas, cuando en la navidad lo que se manifiesta justamente es la unidad y es además espacio para reconciliar todo lo que hay que reconciliar. Como dice una canción: en esa noche mueren todos los odios y renace la ternura. Sólo el Señor responde al corazón de la persona humana, tanto del niño como del adulto, del joven y del anciano. Una actitud comprometida y responsable, abierta a la gracia, reverente pero firme en el combate espiritual transformará nuestro corazón en un pesebre y permitirá, si Dios así lo quiere, vivir esta noche buena como la mejor noche de todo el año.