Todo es don de Dios, pero es necesaria una activa cooperación con la gracia.

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lunes, 31 de octubre de 2011

Sólo los Santos cambiarán el Mundo 3


sábado, 3 de septiembre de 2011

Movimiento de Vida Cristiana - Santidad, Servicio y Apostolado



martes, 21 de diciembre de 2010

Paciencia: El Silencio en la esperanza

La Navidad y el fin de año son fiestas que traen consigo un sinfín de compromisos y responsabilidades, en este tiempo las personas andan agitadas, algunas señoras se alborotan por la cena navideña, hay jóvenes que andan de aquí a allá por los intercambios de regalos ó el plan para año nuevo, los que trabajan soportan el tráfico, arman balances además de planificar el siguiente año, en fin cada uno en lo que le exige la propia vida.

Son situaciones reales, de hoy en día, en las que existe la tentación de sucumbir al mal humor (por no entender que el otro también anda en mil cosas), riñas y discusiones (por echarle la culpa a quien no la tiene), lenguaje soez (aun sabiendo que no se gana nada hablándolo) ó peor aún mentiras (por querer cumplir algo que no puedes cumplir), seguramente todos hemos caído en algo o mucho de esto. A pesar que los ejemplos parecen negativos, pueden ser vistos en positivo pues este tiempo es también una gran oportunidad para vivir el silencio, un silencio no como mera ausencia, como una especie de mutismo. Hablamos del silencio como la palabra no hablada, como plenitud de ser, como equilibrio y armonía. 1

En nuestra lucha por el dominio propio (y por medio de esto la búsqueda de la virtud) hay varios “tipos” de silencio, estos son medios a través de cuyo ejercicio buscaremos capacitarnos para acoger y escuchar a Dios. 2 No obstante hay dos que en particular nos pueden ayudar a perseverar camino a finalizar el año, son el silencio de memoria y el silencio de los bienes temporales, el primero prepara y el segundo ayuda en el ofrecimiento de las mortificaciones. El silencio de memoria abarca también nuestra imaginación y fantasía, implica ejercitarse en la presencia de Dios en lo cotidiano, apoyándose en un buen examen de conciencia, de todo el año, para recuperar la memoria de Dios y de las pequeñas cosas que nos ayudan a cumplir su plan. El silencio de los bienes temporales es vivir las distintas clases de mortificación: ante las calumnias, burlas, torpezas, aportes y trabajos no reconocidos; los fracasos en los estudios, el trabajo o relaciones amorosas; el aburrimiento y la rutina, etc.

Esforzándose por vivir una cada vez más constante presencia de Dios, acordándose de él y consagrando las intenciones uno se prepara para poder vivir las mortificaciones, y éstas potencian nuestra adhesión a Dios. El ejercitar ambas vivencias muestra en nuestro camino de crecimiento espiritual un peldaño a subir ahora y a seguir subiendo en el futuro, una paciencia llena de esperanza, la hypomoné 3 que es la reciedumbre que no quita de su vista al Señor Jesús. Tenacidad que nutre en la lucha, aleja la tibieza, mata cobardía y confirma la firmeza. Esta nos ayuda a seguir, a pesar del cansancio, puesto que nuestra esperanza esta puesta en alguien que nos garantiza que a pesar de los obstáculos saldremos adelante.

Entonces no es en una “burbuja propia” donde se hace efectivo el combate espiritual, sino en los diarios quehaceres propios del estado de vida donde uno va ejercitando estos silencios para forjar virtud, sin descuidar ni postergar los momentos fuertes de oración que a cada uno le corresponde programar. En el mundo y sus imperfecciones fluyen situaciones parecidas a las comentadas antes, y estas o muchas otras podrían sembrar desunión cerca a estas fiestas, cuando en la navidad lo que se manifiesta justamente es la unidad y es además espacio para reconciliar todo lo que hay que reconciliar. Como dice una canción: en esa noche mueren todos los odios y renace la ternura. Sólo el Señor responde al corazón de la persona humana, tanto del niño como del adulto, del joven y del anciano. Una actitud comprometida y responsable, abierta a la gracia, reverente pero firme en el combate espiritual transformará nuestro corazón en un pesebre y permitirá, si Dios así lo quiere, vivir esta noche buena como la mejor noche de todo el año.



1. Ver Germán Doig - María, la mujer del silencio. Lima, Vida y Espiritualidad 2008

2. Ver German Doig – El silencio, una pedagogía para la voluntad. Lima, APRODEA 1983 pp. 25

3. Revisar Kenneth Pierce – La escalera espiritual de San Pedro. Lima, FE Fondo Editorial 2010 pp. 141-153

domingo, 28 de noviembre de 2010

Adviento y Navidad: Preparación, Símbolos y Liturgias

Adviento Simbolos Y Liturgias

sábado, 20 de noviembre de 2010

Por Cristo a María y por María más plenamente al Señor Jesús

jueves, 18 de noviembre de 2010

25 años MVC

sábado, 21 de agosto de 2010

Construir con acciones una oración

En los últimos días he recibido varios comentarios (algunos muy edificantes) haciendo mención a la santidad en lo cotidiano, en particular sobre esa marcada diferencia y hasta aparente oposición entre la vida cotidiana y la vida cristiana. Es decir, una vida donde hay preocupaciones, incertidumbres y exigencias diarias, donde el chisme, el cansancio, la incoherencia propia, y de los demás, parece ahogar los buenos propósitos que uno atesora en el interior. No se puede negar que la paz que uno encuentra en la misa, la fuerza después de un buen rato de oración, los momentos en su capilla o parroquia, en las actividades solidarias y hasta las profundas conversaciones en ese ambiente son tan hermosas y valiosas que al tener que empezar de nuevo la semana, en las ocupaciones de siempre, uno sopesa y estas últimas parecen tan vacuas, tan vacías que cierto pesimismo podría apoderarse de uno, teniendo el pensamiento de aguantar hasta de nuevo tener ese tiempito para su vida cristiana.

Pues hay que decirlo, no hay nada más lejano a la santidad que lo descrito anteriormente, el pensar que Dios nos ha dado una vida que soportar para ir mendigando pedacitos de santidad y felicidad es erróneo, y lleva a reducir una vida que debe ser testimonio, amarga los deberes y responsabilidades además de debilitar y quitar espacio para el apostolado, esto es triste y quizás una de las razones de la doble moral que se nos achaca a los católicos, es decir, un santo en su parroquia, pero un patán fuera de ella.

Al menos para nosotros los laicos, la santidad se encuentra en lo que Dios te pone día a día, en ilusionarse por cumplir el plan del Señor, en lo que te toca hacer. En esto hay una lucha, es cierto, pero no es contra el mundo, los católicos no somos unos simples renegados que queremos estar contra “el sistema”, incluso hasta en lo que parece más mundano para algunos El Señor quiere manifestarse, por eso nos permite estar ahí. En las miserias de los otros uno ejercita la paciencia, descubres también tus propias miserias, en los problemas económicos uno entiende que el dinero es necesario pero nunca fue, ni nunca será lo más importante, en el cansancio del trabajo, en las decisiones difíciles, incluso en lo que parece contaminado, ahí Dios nos pone para con su gracia empezar un cambio… en esto hay algo muy importante y es que cada uno de nosotros tiene que santificarse también en el apostolado, por más lejano ó inútil que parezca hacerlo, entendamos que algunas cosas nosotros no podemos hacer, pero para Dios nada es imposible.

En el dolor, en la angustia pero también en el gozo y la dicha, es una vida entregada a Cristo, por eso se llama vida cristiana, que puesta en práctica te regala vivencias preciosas, una acción cotidiana y ordinaria hecha con amor brinda frutos extraordinarios que son inimaginables y que probablemente ni nos vayan a involucrar.

La idea es reducir (poco a poco, pero constantemente) esa brecha que hay entre fe y vida, sin postergar ni quitar los momentos fuertes de encuentro con Dios, pero si construyendo con nuestras acciones del día una oración que a veces será más corta ó más larga, unos días más hermosa, otros no tanto, inclusive habrá momentos duros en que no la podremos leer nosotros pero si el Señor, y de esto se trata, «Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, ó que vivamos, ó que muramos, del Señor somos» (Rom 14:8).

sábado, 7 de agosto de 2010

Nuestra Señora de la Reconciliación

Hace unos días se inició en Lima, por vigésimo año consecutivo, el recorrido de la Procesión de la imagen de la Inmaculada Dolorosa, Nuestra Señora de la Reconciliación. Durante este recorrido, la Virgen María recibe el cariño y la devoción de la gente y es una muestra de la honda piedad filial que se ha venido cultivando gracias, en buena medida, a la Hermandad Nuestra Señora de la Reconciliación.
Les comparto un video sobre la Procesión en Roma, el 2 de Junio del 2006, con motivo de la Peregrinación del Movimiento de Vida Cristiana al Encuentro Mundial de Movimientos Eclesiales con el Papa Benedicto XVI en la solemnidad de Pentecostés.
Era la primera vez que asistía a una procesión, y lo recuerdo con mucho cariño pues fue un momento importantísimo en mi proceso de conversión ya que ese día, con frío, lluvia, susto y marinera incluida me di cuenta que la Virgen esta siempre con nosotros y es el mejor camino para llegar a Jesús.

... Quién podría resistirse a tu candor
si ante tu mirada tierna
la soberbia se disuelve
como bruma bajo el sol;
alegrías y dolores
se unen como blancas flores
en torno a tu corazón,
hoy mi vida se confía,
dolorosa Madre mía, a tu amor
hoy mi vida se confía,
dolorosa Madre mía, a tu amor ...




Canción Nuestra Señora de la Reconciliación
Letra: Alejandro Bermudez Rossell
Música: P. Rafael Otero S.C.V.

sábado, 7 de noviembre de 2009

¿Existe Dios?

Pequeño Spot que edite para el Congreso Razón y Fe: ¿Existe Dios?