Todo es don de Dios, pero es necesaria una activa cooperación con la gracia.

sábado, 17 de octubre de 2009

Il Piccolo Combattente

Ultimamente estuve pensando en la importancia que tenemos que darle al combate espiritual, sabemos que Dios nos ayuda con su gracia y misericordia, y que esto no se agota. Pero en mayor o menor medida, nuestra cooperación con esta gracia es no huirle al combate.
En una guerra hay dos opciones, luchar, o buscar una tregua, y ... generalmente uno busca tregua cuando se da cuenta que con sus fuerzas es imposible vencer al rival. Por ahí piensas que eres sólo tú, contra una multitud. Esta puede ser una de las claves por las que salimos corriendo ante el acecho del rival, pensamos que estamos solos ... y la alternativa es comprensible (mas no justificable) porque ciertamente... solos no la podemos hacer. Aquí entonces es donde el miedo hace que dialoguemos y negociemos ... si combatimos o no, cuanto vamos a esforzamos, si vale o no la pena ...sin hacernos preguntas importantes: ¿No hay posibilidad alguna de vencer?, ¿Realmente estamos solos en esta lucha? ... Pues que pasa si de verdad es posible vencer, si algo o alguien nos impulsa, nos ayuda a combatir y ganar. Creo que no podemos dar tregua al enemigo, que es más astuto que nosotros. Así como hay que a aprender a amar el bien, también hay que aprender a aborrecer el mal.

Hay que declararle la guerra a todo lo que es muerte, pues nuestra condición de pecadores no nos impide declarar la guerra, tampoco impide luchar con firmeza, ni mucho menos dar por perdido el combate antes de haber empezado. Pero qué es combate? Combate es no postergar los espacios de oración, combate es no dejarse ganar por la pereza ... es esforzarse por dar en el trabajo siempre lo mejor. Combate es ser paciente, es amar al que nadie quiere amar, entregarse y no rendirse. A algunos les suena muy radical ... pues bien ... lo es. Cuando uno se lanza al combate es por el TODO o NADA, significa que tu si sea un SI y tu no sea NO. Si uno esta en pie es porque Dios le guía en el camino, y además también ... después de caerse y levantarse muchas veces, hay que reconocer que no somos nosotros, sino El Señor que nos levanta ...e inclusive , si así Él lo pidiera, ayudarle a levantar a los demás.

San Pablo narra en sus cartas que combatir el buen combate de la fé no es nada fácil, y es necesario ser valientes, no tener miedo a luchar. Viéndolo desde otro punto de vista quizás una de las peores cosas que puede tener una guerra es que nadie sabe cuando termina. Esto es así... el combate del cristiano dura toda la vida ... cada año, cada día, una y otra vez ... y por más que suene repetitivo y monótono, NO lo es, en absoluto. Esto no es mas que otra de las estrategias del enemigo para adormecernos y hacernos caer. Y precisamente por ser tan difícil, por durar toda una vida, porque cuesta y porque duele ... por estas mismas razones sabemos que la victoria lograda será, mucho, pero mucho más agradable a Dios y aún más gloriosa para el que logre vencer, “sólo el que persevere hasta el final se salvará” (Mt 10,22), Y esto no lo decimos los hombres, lo dice Jesucristo.

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