Todo es don de Dios, pero es necesaria una activa cooperación con la gracia.

martes, 24 de mayo de 2011

Exponer el corazón al apostolado

«El gran apóstol no es el activista, sino el que guarda en todo momento su vida bajo el impulso divino. Cada una de nuestras acciones tiene un momento divino, una duración divina, una intensidad divina, etapas divinas, término divino. Dios comienza, Dios acompaña, Dios termina. Nuestra obra, cuando es perfecta, es a la vez toda suya y toda mía. Si es imperfecta, es porque nosotros hemos puesto nuestras deficiencias, es porque no hemos guardado el contacto con Dios durante toda la duración de la obra, es porque hemos marchado más aprisa o más despacio que Dios. Nuestra actividad no es plenamente fecunda, sino en la sumisión perfecta al ritmo divino, en una sincronización total de mi voluntad con la de Dios.»



Fragmento "Siempre en contacto con Dios" - Reflexión personal de San Alberto Hurtado

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