Todo es don de Dios, pero es necesaria una activa cooperación con la gracia.

martes, 22 de diciembre de 2009

¿Quién nos separará del amor de Dios?

A finales de cada año muchas personas hacen un balance sobre como les fue en estos doce meses ... trabajo, estudios, objetivos, relaciones, responsabilidades, vida espiritual, etc. Algunos no dejan la vida espiritual para el final, pero lamentablemente si es común ir postergándola o al menos no ponerla en el lugar que amerita.

Por alguna razón (a pesar de ser tiempo de Navidad) esto genera una especie de distanciamiento con Dios. Y es que a medida que va pasando el tiempo una sensación de incoherencia entre lo que Dios propone y lo que nosotros hacemos intenta asentarse, como queriendo generar una gran grieta entre nuestra vida y nuestra fe. Para los que nos cuesta horrores ser constantes es importantísimo renovar nuestra confianza en el Señor, pelear por ello, porque la rutina acecha, no descansa y busca ganar terreno día a día.

Esta lucha de buscar permanentemente el plan de Dios cuesta, pesa, duele ... más de una vez tendremos la tentación de dejar de esforzarnos, de racionalizar la situación ... de no querer dejar nuestro ego, de echarle la culpa a alguien.

Tenemos que empezar a querer cada vez más y más lo que quiere el Señor de nosotros, confiar y dejar atrás todas nuestras preocupaciones, tristezas,ansiedades y temores en sus manos. Hacer una especie de ejercicio en el cual con la mente, el corazón y nuestros actos buscamos decirle a Dios: "Señor, esto me agobia, no puedo más pero te lo ofrezco a ti". Es curioso, pues en más de una ocasión (no sólo en Semana Santa) pedimos ser "cireneos", ayudarle a Él a cargar su cruz, pero (como en la imagen de arriba) pareciese que el que pone el hombro y nos ayuda a seguir cargando es el mismo Señor Jesús.

Y algo muy bonito es darse cuenta que sólo los verdaderos amigos están dispuestos a esto ... a ayudarte a cargar cuando le faltan fuerzas, en la caridad es palpable ese dar TODO sin recibir NADA a cambio, donarse una y otra vez por el otro, y este otro gastarse y desgastarse por uno. Da de lo tuyo, sólo en el amor se hace concreto el servicio.

Una entrega, un darse, un servicio que es común. Es adherirse, conformarse. Es común unión. En la tribulación, en proyectos fallidos ... en lo finito de las peticiones que le exigimos descubrimos que la misericordia de Dios no se agota nunca.

"¿Quién nos separará del amor de Dios? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada? ... Por tu causa somos muertos todo el día; tratados como ovejas destinadas al matadero. Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó".

Romanos 8, 35

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